Tres hombres que apostaron por el futuro

Matías Bari, CEO y cofounder, es ingeniero químico pero sobre todo, amante de las matemáticas y del ajedrez. Mariano Craiem, CTO y cofounder, tenía una empresa de publicidad y tecnología y pasó por varios emprendimientos. Nicolás Loterspil, CFO y cofounder, se dedica a las finanzas desde que tiene uso de razón, pasión que hereda de la familia y también se declara amante del fútbol y los asados.



Desde sus modernas oficinas en el barrio de Las Cañitas, los tres founders de SATOSHITANGO lideran la empresa desde 2013 y hoy ya operan en Argentina, Brasil, Chile, México, Perú y España. La empresa no sólo se dedica a la compra y venta de bitcoins y otras criptomonedas sino que, desde su plataforma web y app mobile permiten recibir y transferir dinero en todo el mundo, pagar servicios, sacar créditos y seguros, recargar tarjetas prepagas y más.

“Conocí  a Mariano cuando desarrolló tecnología para el negocio familiar de mi padre y luego trabajamos juntos en un proyecto de ecommerce de relojes alta gama que finalmente no prosperó —repasa Bari—. Con Nicolás tenemos amigos en común y un día nos presentaron con el mandato de ‘Ustedes tienen que  hacer algo juntos’”. 

En relación a la forma de trabajo tienen un concepto interesante: “Nosotros hacemos mucho con muy poco. Optimizamos los procesos de forma de hacerlos eficientes y ágiles, buscamos versatilidad. Yo soy muy perfeccionista. Eso nos permite operar un sitio complejo con una planta sencilla: automatizamos procesos”, sostiene, en lo que es, una carta de presentación sobre su forma de pensar. Además, explica: “Nosotros siempre decimos que en la empresa cada uno de nosotros hace lo que le gusta y sabe hacer y el otro hace lo que al otro no le gusta tanto”. Son perfiles que se complementan naturalmente, por eso la empresa fluye y evoluciona.

Después de programar el sitio durante seis meses en 2013, en mayo de 2014 lanzaron oficialmente SATOSHITANGO. “Fue muy importante en la parte comercial hacer los partnerships con Pago Fácil, Rapipago y otros”, puntualiza Bari. Por su parte, Loterspil cuenta que se enteró por primera vez del mundo de las criptomonedas a través de Bari en un cumpleaños: “Lo contaba de una manera clara y contundente y de este modo se convirtió en una propuesta de la que quise ser parte”—recuerda—. Cuenta también que El “Colo”, el amigo en común que los presentó sólo les puso una condición:  “nos dijo que si alguna vez tocamos la campana de Nasdaq, lo nombremos”. Son historias de un comienzo que con la distancia que imponen los años se vuelven anécdotas registradas de aquellos primeros tiempos. Después reflexiona también sobre el formato de sociedad que tienen: “A mí me encanta la sociedad que tenemos los tres: Mariano es excelente programando, Matias es muy bueno en los procesos y yo en lo mío”, cierra el CFO.

Mariano Craiem, por su parte, elige contar su propia historia con una cuota de humor: “Yo programo desde chico —cuenta la anécdota, a pedido de los demás—, pero me sacaban el teclado porque pensaban que estaba jugando y estaba programando. Nadie en esa época, pensaba que alguien podía trabajar haciendo eso”. El correr de los años fue haciendo que aquello, que en algún momento fue un juego, se volviera su profesión. “A medida que fue pasando el tiempo siempre fui buscando emprendimientos. Por lo general negocios vinculados a la programación –de los que fui aprendiendo- en distintos momentos de la vida hasta que me topé con Matías e hicimos la empresa de relojes y luego SATOSHITANGO”, reflexiona Craiem.

A Matías Bari el bitcoin lo fascinó cuando comprendió realmente cómo funcionaba: “Entendí que habían creado algo que no existía hasta el momento, y saberlo de esa forma, me sacudió. Rápidamente compré un libro de criptografía, que por mi formación matemática, pude entender, porque es una disciplina súper compleja”. Y como cualquiera que emprende en algo, tuvieron que empezar a conocer desde los estratos más básicos: cómo se compra y cómo se vende. “En Argentina no había nada —recuerda—, entonces empezamos a comprar y vender. Un día se cayó el precio, entramos en pánico, vendimos todo, y al otro día subió otra vez. Nos chocamos con esto con lo que le gente se choca hoy y le resulta nuevo y aprendimos con la experiencia”. 

Hoy desde SATOSHITANGO, no solo se dedican a la compra / venta de criptomonedas sino que también brindan servicios financieros.

“SATOSHITANGO es una de las primeras empresas que se dedicó al exchange de monedas digitales en Argentina y evolucionó en cuanto a servicios y también regionalmente pudiendo en estos años afianzar nuestra posición en el mercado, dar una buena experiencia al usuario y crecer en base a la calidad de servicio”, concluyó Bari.

De eso se trata, en alguna medida SATOSHITANGO: demostrar lo atractivo del bitcoin –y otras alternativas de inversión- tal como los fascinó a ellos y los llevó a fundar la compañía mediante un servicio y asesoramiento de calidad .

Comentarios

  1. Hay que encontrar diferentes aspectos que más nos gusten, por ejemplo el de Mind Capital que siempre será uno de los mejores y más interesante para nosotros.

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